La censura es un hecho que entristece la vida de los amantes de los libros, ya que se les priva de una vía de escape de la que muchos harían uso en época de guerra. Guy Montag ha ejercido de bombero durante diez años y en ese tiempo su misión ha sido siempre la quema de libros, en lugar de apagar incendios como sería lo normal. Nunca se había parado a pensar qué era lo que escondían los libros, porqué había gente que los guardaba y apreciaban tanto o porqué prohibían el tenerlos. Hasta que una niña con la que mantuvo una pequeña conversación le hizo abrir los ojos, reflexionar y plantearse si lo que estaba haciendo en su trabajo estaba bien.
De cada casa a la que acudía para quemar libros se llevaba uno consigo e iba guardándolos en su casa. Finalmente decidió que tenía que hacer algo para parar con todo aquello. "Alguien tenía que dejar de quemar. [...]. Así que, parecía, tendría que ser Montag. [...]. En alguna parte alguien tendría que empezar a guardar y conservar las cosas, en libros, discos, en la cabeza de la gente, de cualquier manera con tal que estuviesen seguras, [...], y de hombres con fósforos." página 163.
Montag, impulsado por el deseo de descubrir el porqué de la existencia de los libros, traicionó a su jefe y hasta mintió a su mujer para conseguir una respuesta a todas las dudas planteadas anteriormente. Después de que su mujer diera la alarma para que los bomberos fueran a su casa y destruyeran los libros escondidos, y tras matar a su jefe, Montag tuvo que huir. En su huída conoció a un grupo de hombres que estaban a favor de los libros. Ellos no conservaban ninguno pero sí que recordaban frases, pasajes o incluso escritos enteros de muchos libros diferentes. Mientras durara la guerra, aquello era lo que Montag iba a hacer, recorrer las ciudades mientras huía y recordar las palabras que en su día había leído para que estas nunca se olvidasen y en un futuro pudieran ser reescritas.